La imagen, especialmente la fotografía, ha sido y sigue siendo el soporte elegido tradicionalmente para la representación del patrimonio.
La fotografía, desde su invención en 1839, ha estado presente en toda actividad humana. Así, podemos afirmar que es uno de los más importantes y fieles testimonios documentales de la historia del hombre y por ello, una fuente inagotable de nuestra memoria.
La fotografía como soporte documental, preserva la memoria popular al sintetizar en una imagen un proceso histórico determinado. De hecho, la fotografía, a través del ¿instante¿, logra filtrar información y resumir infinidad de acontecimientos sobre el conocimiento del hombre y su entorno.
No hay mayor fuerza de rescate del pasado que una imagen, por lo que, cada vez que registramos un momento con una fotografía, estamos pensando en el futuro.